domingo, 5 de febrero de 2012

Un rayo de luz en tanta oscuridad

Se llama Félix Rodriguez Mora.

Esta es una nota biográfica suya:



Félix Rodrigo Mora comienza desde muy joven en el movimiento obrero, acumulando una interesante y dilatada experiencia en sus luchas, así como en las vecinales. Durante bastantes años el marxismo, interpretado de la manera más radical, fue su sistema de ideas, hasta que poco a poco logra adquirir conciencia de sus errores e insuficiencias, de manera que ahora carece de una ideología explícita tanto como de compromiso organizativo. Siempre ha sido muy crítico con el mundo universitario, por lo que se considera falto de toda credencial académica. Decepcionando del activismo, tras comprender por propia experiencia su nocividad, se dedica durante más de 17 años a la reflexión y al estudio, convencido de que las teorías obreristas urdidas en el siglo XIX están ampliamente superadas por las circunstancias, y que es necesario crear nuevos marcos interpretativos para hacer frente a las nuevas realidades del siglo XXI. Forma parte del colectivo de crítica anti-industrial “Los Amigos de Ludd” hasta su amigable autodisolución. En su libro “Naturaleza, ruralidad y civilización” recoge, además de diversos análisis fruto de años de trabajo, sus recuerdos infantiles en el mundo rural castellano tradicional, deseoso de transmitir a las nuevas generaciones una imagen objetiva de cómo era aquél, en lo positivo y también en lo negativo, con la esperanza de que lo uno y lo otro sirva para la constitución de una sociedad post-estatal y post- capitalista. Ahora continúa trabajando en diversos asuntos, y existen varios libros pendientes de publicación. Sus aficiones son el arte medieval, sobre todo el románico rural, y la música tradicional campesina, en particular la de gaita, rabel, pandereta y dulzaina. Su concepción de la vida es más estoica que epicúrea, y se considera un combatiente en pro de la cultura clásica de Occidente, que ahora las elites europeas están repudiando. Como plantea en su libro “La Democracia y el Triunfo del Estado”, entiende que la acción transformadora del actual orden debe tener una sólida orientación moral. Le subleva el reformismo fraseológico y demagógico de la ideología y política de los años 60 y 70 tanto como su insustancialidad intelectiva, amoralidad y desdén por los clásicos. Considera, tal y como lo plantea en su libro “Crisis y Utopía en el Siglo XXI”, que hay que desechar críticamente todo eso, y sustituirlo por otro sistema de ideas, programa y propuestas que sea verdaderamente revolucionario y que al mismo tiempo integre lo mejor de la cultura clásica y de las tradiciones populares. Así, plantea, se estará en condiciones hacer frente a la gran crisis múltiple y planetaria ya en formación.

Además de los libros publicados, y preparados, pendientes de publicar, viene publicando numerosos artículos, charlas y comunicaciones. Sus contenidos resultan de tres fuentes: la experiencia directa reflexionada, lo aprendido de los iguales y la lectura meditada de los clásicos. Con ello niega el academicismo y credencialismo, pues juzga que en las instituciones la verdad no es, en general, posible, dado que sirven a la razón de Estado.

Su convicción es que sólo lo vivido, esto es, lo padecido y sufrido, proporciona un saber auténtico, mientras que lo transmitido desde el confort y asepsia de las cátedras resulta ser una mezcla de error y propaganda. Únicamente una vida azarosa y esforzada, con olvido de sí y deseo de servir a lo trascendente, puede proporcionar el conocimiento de lo sustantivo. También, sólo tal orientación hace apto al sujeto para la transformación cualitativa de lo real existente, y de sí mismo.Un enfoque no-especializado es cardinal en tal concepción, pues la vida es plural y compleja, no admitiendo reduccionismos. Considera que la verdad ha de estar en la base de todo, y que su averiguación no resulta de un actuar meramente intelectual sino de un compromiso en que el ser humano se implica como totalidad, asumiendo el riesgo e incertidumbre que ello lleva aparejados.

Hastiado de utopías, optimismos de orates y felicismos pueriles, entiende la vida humana como una tragedia, sin remedio en lo que más importa. Según su cosmovisión, nuestra esencia se realiza con el esfuerzo desinteresado, el servicio y la lucha. Es posible una sociedad mucho mejor y unos seres humanos superiores pero no una sociedad perfecta. Esto orienta su batallar y otorga sentido a su existir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario