martes, 12 de junio de 2012
Por su absoluta cobardía: Váyase señor Rajoy
José Antonio Pérez – ATTAC Madrid
Jamás este presidente del Gobierno se ha atrevido a dar la cara para explicar los continuos y clamorosos incumplimientos del programa con el que obtuvo su abrumadora mayoría parlamentaria. Pero es una muestra de absoluta cobardía esconderse el día en que ha tomado —o le han impuesto —la decisión de pedir un rescate que ronda la astronómica cifra de 17 billones de las antiguas pesetas. Esta forma de actuar es impropia de un gobernante, de un líder, incluso de un hombre “como Dios manda”. En nombre del decoro político, no queda sino pedirle que deje el sillón presidencial. Dicho al estilo pepero:
Váyase, señor Rajoy.
“No va a haber ningún rescate de la banca española”. Así de rotundo se mostró, hace tan sólo doce días, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su primera comparecencia en solitario ante los medios de comunicación desde el pasado otoño. En esa ocasión, el jefe del Ejecutivo insistió en que la relación entre Madrid y Bruselas no pasaría por ninguna ayuda similar a un rescate.“Pregúntenme a mí, háganme el favor, pregúntenme a mí”. Con estas palabras, Rajoy quiso dejar claro el pasado jueves que él era el único portavoz autorizado en el Gobierno y el PP para hablar sobre el dinero que se necesitaría en un hipotético rescate a los bancos tras una semana de especulaciones.
Sábado, 9 de junio de 2012, de Rajoy no sabemos nada. Es Luis de Guindos, ministro de Economía, el que comparece por la tarde ante los medios para explicar que España ha solicitado al Eurogrupo la concesión de una ayuda, por un valor máximo de 100.000 millones de euros, destinados a sanear el agujero de la banca española.
Se trata, en definitiva, de un rescate en toda regla, pese a que el ministro ha evitado en todo momento utilizar esa palabra recurriendo a todo tipo de eufemismos. Según de Guindos, la ayuda se concreta en un préstamo, en condiciones favorables, de hasta un máximo de 100.000 millones de euros. Este dinero se inyectará al FROB, que a su vez lo inyectará a las entidades que lo reclamen. Pero la realidad es que es el Estado español, y no los bancos, el que está obligado a garantizar con Deuda Pública la devolución del préstamo.Esto supone, de hecho, una intervención que acarreará nuevos y severos recortes en las partidas presupuestarias destinadas a atender necesidades sociales. El comunicado del Eurogrupo deja claro que además de las condiciones para el sector financiero, el rescate también supondrá que “el progreso” en los ajustes para reducir el déficit se revisará “estrecha y regularmente en paralelo con la ayuda financiera”: Progress in these areas will be closely and regularly reviewed also in parallel with the financial assistance. (ver texto íntegro del comunicado al pie de esta página).
Por tanto, los intereses del crédito facilitado por Bruselas los tendrá que pagar el Estado y eso elevará el déficit público, lo que comportará nuevos ajustes. Además, en sus últimas recomendaciones, Bruselas aconsejó subir la recaudación del impuesto sobre el consumo —IVA— y los vinculados al medio ambiente. Lo más seguro es que, una vez que entregue la ayuda, endurezca su postura sobre estas condiciones. Entre ellas, retrasar la edad de jubilación y revisar las prestaciones por desempleo.
Ya estamos habituados a que Mariano Rajoy no se atreva a dar la cara para explicar los continuos y clamorosos incumplimientos del programa con el que obtuvo una abrumadora mayoría parlamentaria. Pero es absolutamente impresentable que se esconda el día en que su gabinete ha tomado —o le han impuesto— la decisión de pedir a los socios europeos un rescate económico que ronda la cifra astronómica de 17 billones de las antiguas pesetas.
Esta forma de actuar de Rajoy es impropia de un gobernante, de un líder, incluso de un hombre “como Dios manda”, según una de sus expresiones favoritas. Con tamaña cobardía no sólo ha perdido la credibilidad política, sino también el respeto de la ciudadanía española. Comenzando por los diez millones largos de electores que le dieron su voto. En nombre del decoro, no queda otro recurso que pedirle que deje el sillón presidencial. Lo que, dicho en lenguaje pepero, suena así: Váyase, señor Rajoy.
Váyase, señor Rajoy.
“No va a haber ningún rescate de la banca española”. Así de rotundo se mostró, hace tan sólo doce días, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su primera comparecencia en solitario ante los medios de comunicación desde el pasado otoño. En esa ocasión, el jefe del Ejecutivo insistió en que la relación entre Madrid y Bruselas no pasaría por ninguna ayuda similar a un rescate.“Pregúntenme a mí, háganme el favor, pregúntenme a mí”. Con estas palabras, Rajoy quiso dejar claro el pasado jueves que él era el único portavoz autorizado en el Gobierno y el PP para hablar sobre el dinero que se necesitaría en un hipotético rescate a los bancos tras una semana de especulaciones.
Sábado, 9 de junio de 2012, de Rajoy no sabemos nada. Es Luis de Guindos, ministro de Economía, el que comparece por la tarde ante los medios para explicar que España ha solicitado al Eurogrupo la concesión de una ayuda, por un valor máximo de 100.000 millones de euros, destinados a sanear el agujero de la banca española.
Se trata, en definitiva, de un rescate en toda regla, pese a que el ministro ha evitado en todo momento utilizar esa palabra recurriendo a todo tipo de eufemismos. Según de Guindos, la ayuda se concreta en un préstamo, en condiciones favorables, de hasta un máximo de 100.000 millones de euros. Este dinero se inyectará al FROB, que a su vez lo inyectará a las entidades que lo reclamen. Pero la realidad es que es el Estado español, y no los bancos, el que está obligado a garantizar con Deuda Pública la devolución del préstamo.Esto supone, de hecho, una intervención que acarreará nuevos y severos recortes en las partidas presupuestarias destinadas a atender necesidades sociales. El comunicado del Eurogrupo deja claro que además de las condiciones para el sector financiero, el rescate también supondrá que “el progreso” en los ajustes para reducir el déficit se revisará “estrecha y regularmente en paralelo con la ayuda financiera”: Progress in these areas will be closely and regularly reviewed also in parallel with the financial assistance. (ver texto íntegro del comunicado al pie de esta página).
Por tanto, los intereses del crédito facilitado por Bruselas los tendrá que pagar el Estado y eso elevará el déficit público, lo que comportará nuevos ajustes. Además, en sus últimas recomendaciones, Bruselas aconsejó subir la recaudación del impuesto sobre el consumo —IVA— y los vinculados al medio ambiente. Lo más seguro es que, una vez que entregue la ayuda, endurezca su postura sobre estas condiciones. Entre ellas, retrasar la edad de jubilación y revisar las prestaciones por desempleo.
Ya estamos habituados a que Mariano Rajoy no se atreva a dar la cara para explicar los continuos y clamorosos incumplimientos del programa con el que obtuvo una abrumadora mayoría parlamentaria. Pero es absolutamente impresentable que se esconda el día en que su gabinete ha tomado —o le han impuesto— la decisión de pedir a los socios europeos un rescate económico que ronda la cifra astronómica de 17 billones de las antiguas pesetas.
Esta forma de actuar de Rajoy es impropia de un gobernante, de un líder, incluso de un hombre “como Dios manda”, según una de sus expresiones favoritas. Con tamaña cobardía no sólo ha perdido la credibilidad política, sino también el respeto de la ciudadanía española. Comenzando por los diez millones largos de electores que le dieron su voto. En nombre del decoro, no queda otro recurso que pedirle que deje el sillón presidencial. Lo que, dicho en lenguaje pepero, suena así: Váyase, señor Rajoy.
Mientras tanto en Siria...
España acapara ahora las portadas de todos los medios debido al rescate de casi 17 billones de pesetas impuesto por un ministro de economía que tiene buen curriculum para quebrar entidades. Ahora, ya, quiebra hasta su país.
Pero mientras el pavor nos invade ( al típico estilo impactante de la política militarista norteamericana de choque y pavor), lo que se avecina en Siria puede ser de lo peor visto en la humanidad.
Visto que ha fracasado el intento de derrocar el gobierno sirio mediante terrorismo, matando a su población, y acusando de atroces matanzas, fuentes no confirmadas hablan de la posibilidad de un ataque con material químico a la población causando tantos muertos que pueda remover de una vez por todas la opinión pública a favor del otro lado de la balanza.
Supuestamente, el material químico habría sido "reciclado" desde Libia con la bendición de la OTAN, para servir actos terroristas afines a la causa imperialista.
Desde la red voltaire, Thierry Meyssan además ofrece otro escenario nada desdeñable por el cual, ante la falta de efecto de los atentados y la violencia hasta ahora ejercida sobre Siria, desde el Pentágono, se estaría orquestando un golpe de efecto televisado, con estudios y decorados ( igual que pasó en Libia) y un sinfín de medios de comunicación sincronizados, para desmoralizar la población siria, montando una película de ficción con la caída del régimen.
Esto ocurre cuando tanto Rusia como China han bloqueado cualquier maniobra que implique una guerra ilegal, o movimientos militares sin mandato del UNSC, como ha asegurado el gobierno norteamericano que haría.
Rusia y China han dejado claro que la respuesta suya sería militar.
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