Existen ejemplos muy recientes de periodistas que han sido despedidos o "dimitidos".
En ABC, Esther Palomera.
En El Mundo, nada más y nada menos que Pedro J. Ramirez.
Este par de ejemplos recientes y calientes simplemente demuestra lo que ya se sabía desde hace mucho tiempo, y se sabe aún, pero nadie osa admitir:
El poder es el que controla la prensa. La figura del poder puede ser la que cualquiera entienda o quiera.
Los intereses políticos, financieros, etc. En definitiva los que manejan primero el dinero y con él manejan el poder.
Hace dos siglos (1880), los colegas al que llamaron decano de la profesión, John swinton, se expresaba de esta manera ante la petición de una palabras en un brindis en el club de prensa de Nueva York:
"There is no such thing, at this date of the world's history, in America, as an independent press. You know it and I know it. There is not one of you who dares to write your honest opinions, and if you did, you know beforehand that it would never appear in print. I am paid weekly for keeping my honest opinion out of the paper I am connected with. Others of you are paid similar weekly salaries for similar things, and any of you who would be so foolish as to write honest opinions would be out on the streets looking for another job. If I allowed my honest opinions to appear in one issue of my paper, before twenty-four hours my occupation would be gone. The business of the journalists is to destroy the truth; to lie outright; to pervert; to vilify; to fawn at the feet of mammon, and to sell his country and his race for his daily bread. You know it and I know it, and what folly is this toasting an independent press? We are the tools and vassals of rich men behind the scenes. We are the jumping jacks, they pull the strings and we dance. Our talents, our possibilities, and our lives are all the property of other men. We are intellectual prostitutes."
Si ya en esa época, al que consideraban decano del periodismo, y era querido por su compañeros a la vez que admirado, comentaba lo anterior, cómo no habrá cambiado y evolucionado la película.
En los años setenta, el premio pulitzer, Carl Bernstein, escribía largo y tendido ya no sólo sobre la corrupción de la prensa, sino sus íntimas relaciones con la CIA.
Periodista del Washington Post, quiso dejar clara la relación íntima entre la prensa y los servicios secretos y cómo el poder manejaba, controlaba, y manipulaba a su antojo periodistas, editorialistas, directores y toda la jerarquía que puede haber en un medio. Aquí y en inglés.
Sólo por centrar el tiro en la prensa española ( y obviando televisiones privadas, públicas y autonómicas), sirvan ciertas reflexiones para ver qué está pasando.
El bipartidismo político estadounidense exportado a bombazos a medio mundo y en concreto a España con su ya famosa transición y democracia, dibuja esa misma estela en el periodismo actual, mal comprendido como prensa libre o veraz.
La evolución de ciertos periódicos y periodistas, incluso su mutación no son hechos aleatorios.
Cuando se funden los intereses económicos y políticos en una misma caja llena de dinero que son los bancos, el accionariado al fin y al cabo es el que manda en todos esos consejos de administración. Ya sea de un periódico, de un banco o de un gobierno privatizado mediante esa figura que son los partidos políticos que chupan de la misma teta. Y sino, de la otra.
Misma leche para alimentar al mismo lactante.
La extensión epidémica de la corrupción en España sobre todo en las altas capas de la pirámide de poder ya no indigna a nadie: se da por sentado que es así y que es irreversible. Entre el PPSOE se han merendado todo.
Los sindicatos están incluidos, la patronal, la iglesia, el ejército, el poder judicial, y cómo no el cuarto poder: la prensa.
El que quiera noticias, verdad, hechos reales, sin manipulación, debería buscarse la vida, o por lo menos no alimentar a Marhuendas, Pedro Jotas, o Cebrianes.
Ya pagamos demasiados impuestos para que esas dos tetas amamanten a muchos monstruos, como para que encima tengamos que pagarles esa mierda que cagan.
En ABC, Esther Palomera.
En El Mundo, nada más y nada menos que Pedro J. Ramirez.
Este par de ejemplos recientes y calientes simplemente demuestra lo que ya se sabía desde hace mucho tiempo, y se sabe aún, pero nadie osa admitir:
El poder es el que controla la prensa. La figura del poder puede ser la que cualquiera entienda o quiera.
Los intereses políticos, financieros, etc. En definitiva los que manejan primero el dinero y con él manejan el poder.
Hace dos siglos (1880), los colegas al que llamaron decano de la profesión, John swinton, se expresaba de esta manera ante la petición de una palabras en un brindis en el club de prensa de Nueva York:
"There is no such thing, at this date of the world's history, in America, as an independent press. You know it and I know it. There is not one of you who dares to write your honest opinions, and if you did, you know beforehand that it would never appear in print. I am paid weekly for keeping my honest opinion out of the paper I am connected with. Others of you are paid similar weekly salaries for similar things, and any of you who would be so foolish as to write honest opinions would be out on the streets looking for another job. If I allowed my honest opinions to appear in one issue of my paper, before twenty-four hours my occupation would be gone. The business of the journalists is to destroy the truth; to lie outright; to pervert; to vilify; to fawn at the feet of mammon, and to sell his country and his race for his daily bread. You know it and I know it, and what folly is this toasting an independent press? We are the tools and vassals of rich men behind the scenes. We are the jumping jacks, they pull the strings and we dance. Our talents, our possibilities, and our lives are all the property of other men. We are intellectual prostitutes."
Si ya en esa época, al que consideraban decano del periodismo, y era querido por su compañeros a la vez que admirado, comentaba lo anterior, cómo no habrá cambiado y evolucionado la película.
En los años setenta, el premio pulitzer, Carl Bernstein, escribía largo y tendido ya no sólo sobre la corrupción de la prensa, sino sus íntimas relaciones con la CIA.
Periodista del Washington Post, quiso dejar clara la relación íntima entre la prensa y los servicios secretos y cómo el poder manejaba, controlaba, y manipulaba a su antojo periodistas, editorialistas, directores y toda la jerarquía que puede haber en un medio. Aquí y en inglés.
Sólo por centrar el tiro en la prensa española ( y obviando televisiones privadas, públicas y autonómicas), sirvan ciertas reflexiones para ver qué está pasando.
El bipartidismo político estadounidense exportado a bombazos a medio mundo y en concreto a España con su ya famosa transición y democracia, dibuja esa misma estela en el periodismo actual, mal comprendido como prensa libre o veraz.
La evolución de ciertos periódicos y periodistas, incluso su mutación no son hechos aleatorios.
Cuando se funden los intereses económicos y políticos en una misma caja llena de dinero que son los bancos, el accionariado al fin y al cabo es el que manda en todos esos consejos de administración. Ya sea de un periódico, de un banco o de un gobierno privatizado mediante esa figura que son los partidos políticos que chupan de la misma teta. Y sino, de la otra.
Misma leche para alimentar al mismo lactante.
La extensión epidémica de la corrupción en España sobre todo en las altas capas de la pirámide de poder ya no indigna a nadie: se da por sentado que es así y que es irreversible. Entre el PPSOE se han merendado todo.
Los sindicatos están incluidos, la patronal, la iglesia, el ejército, el poder judicial, y cómo no el cuarto poder: la prensa.
El que quiera noticias, verdad, hechos reales, sin manipulación, debería buscarse la vida, o por lo menos no alimentar a Marhuendas, Pedro Jotas, o Cebrianes.
Ya pagamos demasiados impuestos para que esas dos tetas amamanten a muchos monstruos, como para que encima tengamos que pagarles esa mierda que cagan.