por Thierry Meyssan
Se acerca el momento de la conferencia Ginebra 2 y los organizadores estadounidenses ya no tienen ninguna marioneta disponible para hacer el papel de revolucionarios sirios. La brusca desaparición del Ejército Sirio Libre demuestra a quienes creyeron en tal cosa que aquello nunca pasó de ser una ficción. Nunca existió la supuesta revolución popular en Siria, sino una agresión externa orquestada a golpe de mercenarios y de miles de millones de dólares.
Los organizadores de la conferencia de paz Ginebra 2 están buscando con urgencia un representante para la oposición siria armada. Según los occidentales, el conflicto sirio se desarrolla entre una dictadura abominable y su propio pueblo. Pero los grupos armados que están destruyendo Siria –desde el Frente Islámico, que afirma que sus miembros son principalmente sirios, hasta al-Qaeda– están recurriendo oficialmente al uso de combatientes extranjeros. Invitarlos a Ginebra 2 sería por lo tanto reconocer que nunca hubo en Siria una revolución sino que se trató de una agresión externa.
Hace varias semanas todavía nos decían que el Ejército Sirio Libre (ESL) disponía de 40 000 hombres. Pero hoy resulta que el ESL ha desaparecido. Su cuartel general histórico fue atacado por otros mercenarios, sus arsenales fueron saqueados y su jefe histórico, el general Selim Idriss, huyó a Turquía para acabar refugiándose en Qatar.
En el momento de su formación, el 29 de julio de 2011, el ESL decía haberse fijado un único objetivo: el derrocamiento del presidente Bachar al-Assad. Nunca llegó a precisar si luchaba por un régimen laico o por un régimen islámico. Nunca tomó posiciones políticas en materia de justicia, de educación, de cultura, de economía, de trabajo, de medio ambiente, etc. Nunca formuló el menor esbozo de algo que se pareciera a un programa político.
Nos decían que el ESL se componía de soldados que habían desertado del Ejército Árabe Sirio. Y es cierto que hubo deserciones durante el segundo semestre de 2011, pero su número total nunca fue más allá del 4%, cifra que resulta despreciable a escala de todo un país.
El hecho es que el ESL no necesitaba programa político porque tenía una bandera, la de la colonización francesa. Utilizada en tiempos del mandato de Francia sobre el territorio de la actual Siria y mantenida durante los primeros años de supuesta independencia, la bandera de la franja verde simbolizaba el acuerdo Sykes-Picot, documento en el que Siria era ampliamente mutilada y dividida en Estados étnico-confesionales. Las tres estrellas de esa bandera representan un Estado druso, un Estado alauita y un Estado cristiano. Los sirios conocen perfectamente esa funesta bandera, que incluso puede verse en la oficina de un personaje sirio que colabora con la ocupación francesa en una conocida novela de televisión.
El primer líder del ESL, el coronel Riad al-Assad, desapareció en el basurero de la historia. Fue seleccionado únicamente porque su apellido, que en árabe se escribe de otra manera, se pronuncia en los diferentes idiomas europeos exactamente igual que el del presidente Bachar al-Assad. La única diferencia entre los dos hombres, desde el punto de vista de las monarquías del Golfo, consistía en que el coronel era sunnita mientras que el presidente es alauita.
El Ejército Sirio Libre es en realidad un invento franco-británico, como antes lo fueron en Libia los «revolucionarios de Bengazi», quienes «escogieron» como bandera la del rey Idriss I, colaborador de los ocupantes ingleses.
Brazo armado de la OTAN en Siria, destinado a tomar el palacio presidencial cuando la alianza atlántica bombardeara el país, el ESL se vio zarandeado por los planes sucesivos y los también sucesivos fracasos de los occidentales y del Consejo de Cooperación del Golfo. Presentado durante una segunda fase como el brazo armado de un Consejo Político en el exilio, el ESL nunca reconoció en realidad ningún tipo de autoridad a aquel consejo y obedeció únicamente a sus empleadores franco-británicos. El ESL fue en realidad el brazo armado de los servicios secretos de esos empleadores, mientras que la Coalición Nacional Siria les servía de brazo político. En definitiva, fue únicamente con la ayuda directa de la OTAN que el ESL pudo registrar algún que otro éxito, fundamentalmente con el respaldo del ejército de Turquía, que incluso lo albergaba en sus propias bases.
Creado en el marco de una guerra de 4ª generación, el ESL no supo adaptarse a la segunda guerra de Siria –la guerra sucia al estilo de la que Estados Unidos desató en el pasado contra la Revolución sandinista nicaragüense.
La primera guerra (desde el momento de la reunión de la OTAN en El Cairo, en febrero de 2011, hasta la conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012) fue un montaje mediático destinado a deslegitimar el gobierno sirio para que el país cayera como una fruta madura en las manos de la OTAN. Los ejecutores de las acciones armadas eran diferentes grupúsculos que recibían órdenes directas de la alianza atlántica. Se trataba ante todo de dar una apariencia de realidad a las mentiras mediáticas y de crear la impresión de que existía realmente una revuelta generalizada. Como señalan las teorías de William Lind y Martin Van Creveld, el ESL sólo era una etiqueta utilizada para designar a todos esos diferentes grupúsculos, pero no tenía su propia estructura jerárquica.
La segunda guerra (desde la reunión de los «Amigos de Siria» celebrada en París en julio de 2012 hasta la conferencia Ginebra 2, prevista para enero de 2014) es, por el contrario, una guerra de desgaste cuyo objetivo es desangrar el país hasta que se rinda. Para poder desempeñar su papel, el ESL habría tenido que convertirse en un ejército de verdad, con una verdadera jerarquía y una disciplina interna, cosas que nunca ha logrado concretar.
Sintiendo que se aproximaba su final, a raíz del acercamiento entre Turquía e Irán, el ESL había anunciado su posible participación en Ginebra 2, aunque ponía condiciones completamente irrealistas. Los mercenarios a sueldo de Arabia Saudita se han encargado en definitiva de poner fin a aquella ficción de la OTAN. Y ahora sale relucir la verdad en todo su esplendor: nunca hubo una revolución en Siria.
Se acerca el momento de la conferencia Ginebra 2 y los organizadores estadounidenses ya no tienen ninguna marioneta disponible para hacer el papel de revolucionarios sirios. La brusca desaparición del Ejército Sirio Libre demuestra a quienes creyeron en tal cosa que aquello nunca pasó de ser una ficción. Nunca existió la supuesta revolución popular en Siria, sino una agresión externa orquestada a golpe de mercenarios y de miles de millones de dólares.
El 29 de noviembre de 2011 una delegación del Ejército Sirio Libre proclama su fidelidad al Consejo Nacional Sirio. Teóricamente, la oposición disponía a partir de entonces de una rama militar y de una rama política. En la vida real, tanto el Ejército Sirio Libre como el Consejo Nacional Sirio son dos ficciones inventadas por la OTAN. Ambas se componen únicamente de mercenarios y en realidad no tienen existencia propia en el terreno.
Los organizadores de la conferencia de paz Ginebra 2 están buscando con urgencia un representante para la oposición siria armada. Según los occidentales, el conflicto sirio se desarrolla entre una dictadura abominable y su propio pueblo. Pero los grupos armados que están destruyendo Siria –desde el Frente Islámico, que afirma que sus miembros son principalmente sirios, hasta al-Qaeda– están recurriendo oficialmente al uso de combatientes extranjeros. Invitarlos a Ginebra 2 sería por lo tanto reconocer que nunca hubo en Siria una revolución sino que se trató de una agresión externa.
Hace varias semanas todavía nos decían que el Ejército Sirio Libre (ESL) disponía de 40 000 hombres. Pero hoy resulta que el ESL ha desaparecido. Su cuartel general histórico fue atacado por otros mercenarios, sus arsenales fueron saqueados y su jefe histórico, el general Selim Idriss, huyó a Turquía para acabar refugiándose en Qatar.
En el momento de su formación, el 29 de julio de 2011, el ESL decía haberse fijado un único objetivo: el derrocamiento del presidente Bachar al-Assad. Nunca llegó a precisar si luchaba por un régimen laico o por un régimen islámico. Nunca tomó posiciones políticas en materia de justicia, de educación, de cultura, de economía, de trabajo, de medio ambiente, etc. Nunca formuló el menor esbozo de algo que se pareciera a un programa político.
Nos decían que el ESL se componía de soldados que habían desertado del Ejército Árabe Sirio. Y es cierto que hubo deserciones durante el segundo semestre de 2011, pero su número total nunca fue más allá del 4%, cifra que resulta despreciable a escala de todo un país.
El hecho es que el ESL no necesitaba programa político porque tenía una bandera, la de la colonización francesa. Utilizada en tiempos del mandato de Francia sobre el territorio de la actual Siria y mantenida durante los primeros años de supuesta independencia, la bandera de la franja verde simbolizaba el acuerdo Sykes-Picot, documento en el que Siria era ampliamente mutilada y dividida en Estados étnico-confesionales. Las tres estrellas de esa bandera representan un Estado druso, un Estado alauita y un Estado cristiano. Los sirios conocen perfectamente esa funesta bandera, que incluso puede verse en la oficina de un personaje sirio que colabora con la ocupación francesa en una conocida novela de televisión.
El primer líder del ESL, el coronel Riad al-Assad, desapareció en el basurero de la historia. Fue seleccionado únicamente porque su apellido, que en árabe se escribe de otra manera, se pronuncia en los diferentes idiomas europeos exactamente igual que el del presidente Bachar al-Assad. La única diferencia entre los dos hombres, desde el punto de vista de las monarquías del Golfo, consistía en que el coronel era sunnita mientras que el presidente es alauita.
El Ejército Sirio Libre es en realidad un invento franco-británico, como antes lo fueron en Libia los «revolucionarios de Bengazi», quienes «escogieron» como bandera la del rey Idriss I, colaborador de los ocupantes ingleses.
Brazo armado de la OTAN en Siria, destinado a tomar el palacio presidencial cuando la alianza atlántica bombardeara el país, el ESL se vio zarandeado por los planes sucesivos y los también sucesivos fracasos de los occidentales y del Consejo de Cooperación del Golfo. Presentado durante una segunda fase como el brazo armado de un Consejo Político en el exilio, el ESL nunca reconoció en realidad ningún tipo de autoridad a aquel consejo y obedeció únicamente a sus empleadores franco-británicos. El ESL fue en realidad el brazo armado de los servicios secretos de esos empleadores, mientras que la Coalición Nacional Siria les servía de brazo político. En definitiva, fue únicamente con la ayuda directa de la OTAN que el ESL pudo registrar algún que otro éxito, fundamentalmente con el respaldo del ejército de Turquía, que incluso lo albergaba en sus propias bases.
Creado en el marco de una guerra de 4ª generación, el ESL no supo adaptarse a la segunda guerra de Siria –la guerra sucia al estilo de la que Estados Unidos desató en el pasado contra la Revolución sandinista nicaragüense.
La primera guerra (desde el momento de la reunión de la OTAN en El Cairo, en febrero de 2011, hasta la conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012) fue un montaje mediático destinado a deslegitimar el gobierno sirio para que el país cayera como una fruta madura en las manos de la OTAN. Los ejecutores de las acciones armadas eran diferentes grupúsculos que recibían órdenes directas de la alianza atlántica. Se trataba ante todo de dar una apariencia de realidad a las mentiras mediáticas y de crear la impresión de que existía realmente una revuelta generalizada. Como señalan las teorías de William Lind y Martin Van Creveld, el ESL sólo era una etiqueta utilizada para designar a todos esos diferentes grupúsculos, pero no tenía su propia estructura jerárquica.
La segunda guerra (desde la reunión de los «Amigos de Siria» celebrada en París en julio de 2012 hasta la conferencia Ginebra 2, prevista para enero de 2014) es, por el contrario, una guerra de desgaste cuyo objetivo es desangrar el país hasta que se rinda. Para poder desempeñar su papel, el ESL habría tenido que convertirse en un ejército de verdad, con una verdadera jerarquía y una disciplina interna, cosas que nunca ha logrado concretar.
Sintiendo que se aproximaba su final, a raíz del acercamiento entre Turquía e Irán, el ESL había anunciado su posible participación en Ginebra 2, aunque ponía condiciones completamente irrealistas. Los mercenarios a sueldo de Arabia Saudita se han encargado en definitiva de poner fin a aquella ficción de la OTAN. Y ahora sale relucir la verdad en todo su esplendor: nunca hubo una revolución en Siria.